¿Has estado con tu familia en días festivos, cuando de repente, regresas a una etapa mucho más joven? Tal vez tus papás o hermanos dicen o hacen algo que te volvía loco y te encuentras a tí mismo como un adolescente resentido. O quizás vuelves a ser el mismo niño de cinco años tratando de complacer a todos y mantener la paz.

 

Pasar tiempo con tu familia puede ser placentero o doloroso y está directamente relacionado a los ciclos familiares. Por “ciclos familiares”, me refiero a esos patrones de pensamiento y conducta que tomamos subconscientemente tomamos de niños en casa y todavía llevamos en nuestra vida de adultos hoy. Quizás aprendiste a “jugar al mártir” de un padre trabajador o que “el dinero era malo” de una bien intencionada tía. Desafortunadamente, a menudo no sólo adoptamos éstas actitudes y acciones inútiles, sino que involuntariamente las pasamos a la siguiente generación.

 

Puedes notar que estás perpetuando un ciclo familiar en una de estas tres formas: 1) Repites las mismas conductas o creencias, 2) Te revelas en contra de ellos (“Nunca seré como mi mamá o papá”), o 3) Atraes personas a tu vida quien los tiene. A veces, haces los tres. En mi familia, el juzgar es un gran patrón. Antes de estar consciente de los ciclos familiares, estaba por juzgar a otros y a mí misma, me sentía resentida hacia otras personas mientras trabajaba duro por no ser juzgona y estaba atrayendo personas extremadamente juzgonas hacia mi lugar de trabajo, círculos sociales y relaciones.

 

Así que si alguien te pasa el ponche y repentinamente te encuentras emocionalmente provocado, ¿qué puedes hacer? Primero, haz lo posible por calmarte y preguntarte, ¿Qué edad tengo ahora? Si la respuesta es menor de tu edad real, es una buena pista de que has tropezado con un ciclo familiar. Después, pregunta, ¿ Cuáles son las creencias y conductas familiares que estoy repitiendo, revelándome contra ellas o atrayéndolas? Pronto, te darás cuenta de que no es lo que la otra persona está diciendo y haciendo sino de tu propia conciencia y cómo eliges reaccionar. Si quieres quedarte estancado, culpa a la otra persona por ser esto o aquello, reacciona negativamente y ten un día festivo miserable. Si quieres aprender y crecer, fíjate bien en las actitudes o reacciones que has aprendido de niño y deseas cambiar ahora en tu vida adulta y madura.

 

Después de reconocer que has descubierto uno de tus ciclos familiares, dale al ciclo un nombre, como “sentir lástima por mí mismo” o “necesidad de impresionar a otros”. Después, perdona a tus familiares por enseñártelo. Después de todo, sólo lo aprendieron de sus familias antes de ellos. Después de agradecerles por la lección, comprométete a continuar y poner fin a ese ciclo. Finalmente, sé agradecido por tu nueva y evolucionada conciencia. ¡Qué maravilloso es no tener que repetir ciegamente pensamientos y conductas que ya no te sirven!.

 

Identificar y liberarse de los ciclos familiares es una habilidad que dura más allá de los días festivos. Aún mejor, es el regalo que se continúa dando.

 

© 2011 por Laurie Gardner